Por increíble que parezca, la música no solo es el alimento del alma, también puede ser la receta del médico. Un reciente estudio finlandés ha descubierto que los pacientes con depresión que han recibido terapia con instrumentos musicales han tenido una mejoría muy importante. Tal y como lo explica el director de la investigación, el profesor Christian Gold: “La terapia musical tiene cualidades específicas que permiten a la gente expresarse e interactuar de una forma no verbal, incluso en situaciones cuando no pueden encontrar las palabras para expresar sus experiencias interiores”.
La técnica específica dependerá de la persona y sus necesidades. Los niños autistas, por ejemplo, que quieran expresarse por sí mismos pueden preferir improvisar música. Y es que no hay que aprender a ser un experto en un instrumento, el objetivo real es beneficiarse de la experiencia del sonido y conectar con sus emociones y su creatividad.
Éste es un factor especialmente importante en personas que no se pueden expresar de los modos tradicionales, y la música puede ser su única manera de expresar al mundo lo que tienen dentro. Hay personas que no tienen las palabras o el lenguaje corporal que el común de las gentes da por sentado, y usar la música además les ayudará a mejorar su capacidad para escuchar y para concentrarse.
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