Aunque no tengamos las ganas a punto, somos capaces de tener sexo, sin ningún problema, en cualquier momento. A ellos, en cambio, su mejor amigo les hace huelga si no están excitados; mejor dicho, en esas condiciones no son lo suficientemente funcionales como para convencernos de que están tan ganosos y dispuestos como quieren hacernos creer...
Aclaro: aunque algunas mujeres pueden pensar que ese "poder siempre" es una herramienta valiosa frente a las repentinas ganas de los hombres, también puede convertirse en un arma de doble filo.
Créanme, mis amigas, que la insatisfacción permanente que queda de fingir todo el tiempo agota hasta a las más bienintencionadas. Y cuando eso pasa se llega a un punto en que no hay gemido ni movimientos ni puesta en escena capaz de convencer a los señores de que estamos a punto; en otras palabras, nos volvemos malas actrices.
Y aquí, siempre en aras del equilibrio bajo las sábanas, me pongo del lado de ellos.
Invito a los señores que quieran salir de la duda a aguzar sus sentidos para detectar con alto grado de certeza si en realidad estamos en lo que estamos o si solo actuamos par que ellos se sientan bien.
Por ejemplo, en una mujer excitada de verdad la respiración y la frecuencia cardíaca se desbocan, literalmente... Así que si su pareja respira tan tranquilamente como si estuviera en la peluquería, es porque tiene su cabeza en otro sitio.
Tengan en cuenta, además, que ese "agite" viene acompañado del aumento de ciertas secreciones; me refiero, sí, a una mayor lubricación en el allá... Más notorio que eso, ¡imposible!
Continuar leyendo éste interesante artículo:
Sexo con Esther
El Tiempo
Aclaro: aunque algunas mujeres pueden pensar que ese "poder siempre" es una herramienta valiosa frente a las repentinas ganas de los hombres, también puede convertirse en un arma de doble filo.
Créanme, mis amigas, que la insatisfacción permanente que queda de fingir todo el tiempo agota hasta a las más bienintencionadas. Y cuando eso pasa se llega a un punto en que no hay gemido ni movimientos ni puesta en escena capaz de convencer a los señores de que estamos a punto; en otras palabras, nos volvemos malas actrices.
Y aquí, siempre en aras del equilibrio bajo las sábanas, me pongo del lado de ellos.
Invito a los señores que quieran salir de la duda a aguzar sus sentidos para detectar con alto grado de certeza si en realidad estamos en lo que estamos o si solo actuamos par que ellos se sientan bien.
Por ejemplo, en una mujer excitada de verdad la respiración y la frecuencia cardíaca se desbocan, literalmente... Así que si su pareja respira tan tranquilamente como si estuviera en la peluquería, es porque tiene su cabeza en otro sitio.
Tengan en cuenta, además, que ese "agite" viene acompañado del aumento de ciertas secreciones; me refiero, sí, a una mayor lubricación en el allá... Más notorio que eso, ¡imposible!
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