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Porno para cristianos, la nueva moda en Brasil.

¿Es lícito que los cristianos vean porno? ¿Y que lo realicen? ¿Que lo produzcan y que lo filmen? ¿Puede existir un estilo de cine para mayores que siga los dictámenes de la(s) iglesia(s) y que sea fiel al mensaje divino? En Brasil hay quien opina que sí. No se sabe si por convicción o si por astuta visión de negocios. Que todos nos imaginamos cómo se las gastan en un país en el que el carnaval convive alegre con el Corcovado.

La cuestión es que los brasileños van a tener su porno cristiano. Porno, porque va a ser porno, y cristiano porque va a cumplir con los preceptos que mandan las santas iglesias.

¿Que cómo es posible? Pues veamos:

Para empezar, las parejas han de estar casadas. No sólo en la pantalla, claro, sino en la vida real. Que por mucho que sean actores en el porno el sexo es de verdad. Y además, deben de ser cristianos. Es decir, que tanto en la vida real como, sobre todo, en el cine, deben mostrar y demostrar abiertamente su cristiandad.

Sus acciones, su comportamiento y también su lenguaje deben denotar su fe. ¿Cómo? Pues rezando juntos, leyendo juntos la Biblia, ayudando al párroco en la iglesia y dando muestras de lo que se quieren. Las historias, aparte de lo que todos sabemos, deben contener escenas en las que aparezcan este tipo de cosas.


No hace falta que sean perfectos, ni puros ni castos (esto es evidente) pero se tienen que tratar con respeto, con amor y mucho cariño, evitando propuestas groseras, violentas o degradantes, y utilizando un lenguaje que sea acorde con sus creencias. Es decir, nada de blasfemias, juramentos o vejaciones, aunque, claro, están permitidas las exclamaciones normales que aparecen espontáneamente durante un buen acto cristiano-sexual.

Pero, además, ha ser inspirador. Es decir, nada de practicar sexo por el simple placer de hacer sexo. El mensaje, siempre positivo, acorde con las Escrituras, engrandeciendo valores como la caridad, la honestidad, la comunión, la familia y demás. Y, también, ser instructivo. Que las parejas que después lo vean puedan usar lo que aprendan en su ulterior vida conyugal. Vamos, que aprendan posturas que puedan hacer ellos mismos. Porque el cuerpo es un regalo divino y se merece ser tratado bien.

Ah, y una última cosa. Se puede, en ciertas condiciones, realizar sexo extramatrimonial. Es decir, lo que se llama adulterio. Pero siempre para dejar claro que es un pecado fatal, con lo que hay que mostrar, claramente, los efectos perniciosos que puede llevar consigo, incluidos los pertinentes castigos divinos.

De lo que no se dice nada es de los habituales sexo en grupo, tríos, orgías, juguetes eróticos o acciones chica-chica o chico-chico. Aunque todos podemos saber lo que opinan los potenciales consumidores del porno cristiano. ¿O no? Yo me muero de curiosidad.

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