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Terapia para agrandar el busto a manotazos.

Aumentar hasta dos tallas el tamaño de los pechos, embellecer el rostro o elevar los glúteos son algunos de los sorprendentes resultados que promete una terapia tailandesa que prescinde del bisturí para moldear las carnes a base de manotazos. "Aprendí esta técnica de mi abuela, que a su vez la aprendió de su madre", explica la esteticista Khemmikka Na Songkhla en su clínica Tobnom, en Tailandia, que significa "Palmea pechos".

Además del dolor que aparentemente causan las fuertes palmadas de la masajista, las pacientes tienen que pagar una factura que oscila alrededor de unos 470 dólares (360 euros) en el caso de que las hayan recibido en el rostro y de 1.500 dólares (1.200 euros) si ha sido en las caderas o los glúteos. "El precio aumenta en las partes que necesitan más esfuerzo", explica Khemmikka, quien asegura que ha tratado a unos 10.000 pacientes.

Las terapias requieren un mínimo de cuatro sesiones de entre tres y veinte minutos cada una en días diferentes y los resultados perdurarían durante uno y tres años. El sentido del humor es importante para esta esteticista, que también ha ideado, para realzar los pechos de su clientela, un extraño baile en el que se mezclan movimientos sensuales, música pop y una letra con referencias eróticas. Entre sus pacientes, la inmensa mayoría mujeres tailandesas y extranjeras.

Ataviada con una extravagante túnica azul y con un montón de baratijas y amuletos dorados entorno a las muñecas y cuello, Khemmikka cachea y hasta golpea con los puños las carnes de su paciente siguiendo el ritmo marcado por canciones tailandesas o algún tema de Lady Gaga. Para evitar malentendidos, los clientes firman un contrato que detalla los resultados que se perseguirán con el tratamiento, como la talla de los pechos, que Khemmikka considera que puede conseguir, siempre y cuando la fisonomía de la clienta lo permita.

Pero también esta técnica tiene sus detractoras. Hace algo más de una década, una clienta que desarrolló un cáncer de mama responsabilizó de ese mal a Khemmikka y a su tratamiento para incrementar el volumen de los pechos.

A raíz de la denuncia, el ministerio de Sanidad tailandés abrió una investigación y, tras seis meses recabando pruebas, certificó que el tratamiento a base de palmadas no era nocivo para la salud y le concedió en 2003 una licencia para operar como centro de medicina tradicional. "He enseñado mis secretos a tres personas, todas tailandesas, aunque les hice firmar un contrato para que no puedan enseñar a otros hasta que no hagan méritos en su trabajo", señala Khemmikka, quien presume de tener unos pechos envidiables a sus 54 años.

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