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Kiviak, la comida más desagradable del mundo.


Su nombre sugiere exóticas delicias que seducen al paladar, pero en realidad el Kiviak es uno de los platos menos apetecibles (por no decir asquerosos) que se pueden probar en el mundo.

Partiendo de la base que la gastronomía de un país es más o menos agradable dependiendo del que la prueba, creo que encontraremos bastante consenso a la hora de afirmar que el kiviak es un plato muy desagradable, hayas nacido en Estados Unidos, en Australia, en España o en la Luna.

El Kiviak es un plato tradicional de los esquimales que viven en el norte de Groenlandia que se consume en invierno y que está hecho básicamente de álcidos (un tipo de aves similares a los pingüinos, pero que no comparten familia con éstos) fermentados dentro de una foca. Sí, has leído bien. Alrededor de 500 pájaros sin cocinar se introducen (con sus picos y sus patas, pero sin alas ni plumas) en el interior de una foca a la que previamente han quitado las tripas. Se saca el aire del animal, se cose y se sella con grasa, de forma que el cadáver acaba formando una bolsa sobre la que se coloca una piedra para que no se llene de insectos. La mezcla se deja fermentar durante un periodo que va de los tres a los dieciocho meses, hasta que ya está listo para formar parte de algún banquete especial de los esquimales. Sí, para ellos también es una comida especial, aunque no en el mismo sentido que para nosotros.

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El Kiviak no sólo sorprende por sus ingredientes, sino por su olor. Imaginad 500 pájaros fermentando en el interior de una foca durante varios meses... en fin, que la mezcla huele tan mal que no se puede comer dentro de casa, porque el olor no se iría ni con un camión de cerillas. El estómago también sufre las consecuencias si no está acostumbrado a ello, así que ni el mismísimo Bear Grylls (comegusanos profesional) sería capaz de soportarlo. Y es que los señores de Groenlandia llevan varias generaciones alimentándose de kiviak en pleno invierno, cuando la luz y la caza escasean por igual. Cuando no hay carne fresca para echar al fuego, abren su particular despensa en forma de foca y se alimentan de aves fermentadas, de las que se comen hasta los huesos. Y es que para ellos es como para nosotros la tortilla de patatas de mamá. En efecto, yo también me alegro de no ser groenlandés...

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